Paquito en Rusia - Parte 1 de 3 - "¡Hogar!"

No English below (sorry: it's too difficult to translate everything),

Queridos niños, niñas, amantes todos de las almendras garrapiñadas (ya aparecerá alguno que es alérgico diciendo que no... ¡Siempre lo mismo! :-)).

Esta aventura he decidido dividirla en 3 partes y escribirla sólo en castellano: necesito el 100% de los recursos lingüísticos que poseo para hacerla sencilla, directa y, quizás, algo divertida... El inglés me forzaría a reducir todos esos recursos (al ir escribiendo me daría cuenta del berenjenal en el que me iría metiendo al escribir), así que, esta vez, vamos al "Old Fashion Way" de "todo en castellano" y a cascarla que somos pocos, bajitos, pero muy muy muy cabrones :-))

Cuando me dijeron que tendría que visitar por motivos de trabajo Moscú, una enorme sonrisa invadió mi rostro... Durante muchos años he leído, escuchado y visto todo tipo de opiniones y documentos sobre el país más grande de La Tierra y, aunque nunca tuve ni el tiempo ni quizás la motivación para darme un garbeo por su territorio, esta vez no quedaba más remedio: Paquito pisaría tierra rusa...

Normalmente (los que me conocen lo saben), hago una investigación previa exhaustiva del lugar al que voy a ir... Me suelo documentar para evitar, en la medida de lo posible, cualquier tipo de situación inesperada de la que no pueda salir fácilmente o donde el factor "guiri", tantas veces utilizado y recursivo en mi vida, no penalice el valor de mis acciones (a veces ser guiri es bueno pero a veces, sin la debida preparación, puede resultar terriblemente pernicioso y contraproducente).

Esta vez no fue así, de ahí que, sin apenas preparación, sólo sé que preparé mi maleta y, que el lunes, a las 4:45 de la mañana, Paquito se levantaba para afrontar el viaje...

De acuerdo con la página de KLM, estamos en la época del año en la que Holanda se va de vacaciones. De ahí que su recomendación de "estén Vds. al menos 3 horas antes en el aeropuerto" me la tomara muy en serio.

Haciendo mi habitual cálculo de tiempos para evitar cualquier sorpresa, debería salir de mi casa sobre las 5:30 de la mañana para tomar el autobús a las 5:42 que me dejaría en el aeropuerto sobre las 6:15 para, una vez encontrado el lugar de facturación (6:30) poder acceder a la puerta de embarque (7:15) y de esta forma llegar a la zona de libre tránsito con tiempo suficiente para tomarme un café, leer la prensa, comprarme un libro, hablar con desconocidos y, simplemente, hacer lo que hago siempre en los aeropuertos (ser yo mismo y disfrutar de la timidez de la gente)...

Pero todos mis cálculos se fueron al carajo exactamente en el momento en el que pude conseguir mi billete electrónicamente, auto-facturar mi maleta y, de paso, acceder a la zona de libre tránsito sin ningún tipo de chequeo (más tarde descubriría que todo el protocolo de seguridad, en ese area del aeropuerto, se hace directamente en la puerta de embarque y no en la zona de embarque, como en todos los aeropuertos del mundo)...

Así que eran las 6:30 de la mañana y tenía 3 horas largas para disfrutar del aeropuerto...

Cuando, un par de horas más tarde, mi jefe supo de mis peripecias, un extraño interrogante apareció entre sus germánicas facciones... Durante este viaje, finalmente, mi jefe descubriría cuan metódico y paranoico de la puntualidad puedo llegar a ser, pero de momento estábamos sólo en los preliminares y, como en la vida real, en los preliminares uno sólo muestra el show que precede al fin de fiesta :-))

Al aterrizar en el aeropuerto principal de Moscú (que tiene dos), el sentimiento de familiaridad que me acompañaría durante todo el viaje hizo acto de presencia... El aeropuerto es como los antiguos terminales de Barajas: tremendamente parecidos en su exterior y, una vez que salimos del avión (previa inspección sanitaria en la búsqueda de afectados por la gripe porcina) descubrí que, no sólo Barajas y Sheremetievo eran parecidos en su continente, sino en su contenido (Barajas hace 10 o 15 años: igual)...

En el taxi hacia mi hotel (uno de los 7 rascacielos de Stalin, conocidos como "Las 7 hermanas"), la sensación de familiaridad se dispara... "Es Madrid" digo en voz alta, mientras mi jefe me mira extrañado... "Es como Madrid" repito: son las afueras de Madrid, salvo que los carteles están en cirílico, la autopista es completamente recta, enorme y el taxista conduce incluso más agresivo que un taxista de nuestra querida capital...

Pero es Madrid, sin duda: la dimensión de los edificios, calles y demás es distinta, pero es Madrid hace 15 años... Las calles de la ciudad son enormes: cualquier "skaya" (calle en Ruso) tiene 10 carriles de ancho... En casi cualquier calle te puedes poner a más de 110 kilómetros/hora de velocidad y, como en Madrid, el personal conduce casi de forma suicida, aparcando donde y como quieren... "Es Madrid hace 15 años" no dejo de repetir...

Y me siento en casa: me siento en mi casa, a pesar de que no entendemos al taxista cuando, al ir a pagar con tarjeta de crédito, nos dice que "PIN" (marcando contraseña numérica) y nosotros le decimos que no, que "signature" (firma) porque la tarjeta de crédito de mi jefe no tiene PIN...

Y el tipo no habla inglés, nosotros no hablamos ruso y a mi, que cuando estas cosas suceden, me da por hacer el gilipollas y estoy a punto de soltar un mítico "¡Ojo lluvia!" a lo Luis Moya con Carlos Sainz al volante...

Pero mi jefe no creo que lo apreciara y quizás le pondría más nervioso, así que me la envaino, consigo pagar con dinero en efectivo que conseguí en el aeropuerto (cosa que nunca debéis hacer, queridos niños: me sangraron con un tipo de cambio escalandosamente bajo) y empezamos nuestra estancia en Moscú, capital de la Federación Rusa.

Una hora más tarde, después de una entrañable conversación con una de las amables (y guapísimas: ya hablaré sobre ello) recepcionistas del hotel, consigo obtener un mapa de la ciudad y la famosa palabra de marras, "Podpis" (para la próxima vez que queramos pagar con tarjeta en un taxi) mientras esperamos al tercer mosquetero de esta aventura (otro alemán, el responsable y el causante del viaje)...

Cuando por fin el trío lalalá se reúne, como son alemanes y son muy educados, al estar yo empiezan a hablar en inglés...

PROCEDURE

Paquito: a ver... ¡Focus! ¡Qué sois alemanes! ¡Coño no habléis en Inglés!
Tercer Mosquetero: Pero tu estás aquí y...
Mi jefe: Kein probleme... Er spricht Deutsch...

En ese momento, el tercer alemán (al que llamaremos "Hans" aunque ese no es su nombre) se da cuenta de que el último e-mail de mi jefe, al respecto del viaje, estaba escrito en el idioma de Goethe y que yo estaba en copia. Mi alemán es nulo y casi casi ha desaparecido, pero aún soy capaz de entender conversaciones y, localizando palabras, contextos, y una imaginación digna de la niña de "El Laberinto del Fauno", me monto unas películas y unos guiones que Almodóvar soñaría con realizar.

Así que, a partir de ese momento, hasta que nuestros destinos se separaron en la noche del miércoles, el idioma oficial del grupo, siempre que estuviéramos solos o quisiéramos hacer una confidencia, sería el alemán.

Recapitulemos: estamos en una versión gigantesca de Madrid hace 15 años, alojado en un hotel espectacularmente bueno, en uno de los edificios históricos de la ciudad, en viaje de negocios y el idioma del grupo corchopán es el alemán...

Creo que mi jefe se dio cuenta de mi felicidad... Una felicidad que se truncaría el viernes por la tarde a las 19:15, en la oficina, pero esa, como otras tantas historias, se quedará en mi particular sueño de los justos...

Decidimos salir a cenar y tomamos un taxi donde, afortunadamente, el tipo habla un poquito de inglés... Y parece que entiende un poquito el alemán, así que incluso bromeamos un poco con el conductor.

Nuestro destino es un restaurante de carne tipo "La Vaca Argentina" pero con carne australiana (o eso dicen: a mi me huele a que más bien era, literalmente en este caso, de "Sebastopol" pero, oye, no voy a ser yo quien les corrija)...

Moscú es la ciudad más cara del mundo: con cerca de 10 millones de habitantes censados (más unos 5 millones que "están pero no están"), se muestra una metrópoli que refleja los cambios de un país donde, apenas hace 20 años, un régimen comunista gobernaba la vida de sus habitantes... El impacto de los antiguos edificios que, aún hoy, conservan las insignias de la hoz y el martillo, enfrentados a glamurosas (y enormes) construcciones de cristal, reflejan la velocidad de los cambios de un país que, en mi modesta opinión, todavía tiene que sosegarse...

Moscú es una ciudad de nuevos ricos: la cantidad de coches de gran lujo que se ven en sus calles es disparatado (sin contar con la bárbara cantidad de coches 4x4)... En la escala económica, están todavía en la primera fase de adaptación al capitalismo: consumo conspicuo, comprar para poseer y al mismo tiempo mostrar la riqueza del bien así como del poder adquisitivo de uno mismo.

Es España en los años 80, pero con dimensiones completamente distintas (el nuevo rico español era y es tipo "Jesús Gil" y/o "Paco el Pocero": semi-analfabeto venido a más a través del ladrillo, la especulación y de mucho trabajo, que lo cortés no quita lo valiente)...

El nuevo rico ruso es distinto: ha sido convenientemente educado en un sistema que, tendría muchos fallos y muchos peros, pero la formación no era uno de ellos... De hecho, son todos los aparatzis del sistema, la gente mejor formada y mejor situada en el escalafón socialista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas las que, una vez que la cosa se acaba, se reciclan en avispados capitalistas que, trocean, reparten y, también en algunos casos, se reparten la tarta del poder y de los recursos productivos de uno de los países más ricos en materias primas y capital humano del planeta.

Si unimos a todo esto la dimensión de la riqueza del país y de los recursos del mismo, obtenemos una bestialidad de individuos y familias que, en muy pocos años, ha conseguido acumular una gigantesca cantidad de riqueza... Todo eso, bien sazonado, como digo, con una reciente (y bestial, porqué no decirlo) entrada en un sistema capitalista, da como resultado estar en un McDonald's con gente llevando bolsos de Armani (no es coña)...

Durante la cena, que decidimos celebrar en la terraza del lugar, aprovechando el espectacular verano y calor de la ciudad (cuando tienen verano tienen verano y cuando tienen invierno, la cosa baja a -35º), un mendigo se nos acerca pidiendo comida... En esto también se parece a Madrid: la tremenda desigualdad que provoca el sistema te hace ser consciente de que estas cosas siguen existiendo, aunque "por aquí" parezca que no las hay (simplemente lo esconden mejor y dedican más recursos a que no suceda, por una parte y a que no se vea, por la otra).

Detalle: para los rusos, lo de comer carne con patatas fritas es algo exótico... Sus patatas fritas las hacen de otra forma (como las que comprarías en una churrería) pero las fríen con trocitos de champiñones... Los rusos también beben un montón de zumo de tomate (y de vodka también: no te cortes en terminar la frase :-)), así que, si algún día invitas a cenar a alguien de aquellas tierras a tu casa, no olvides ponerle (por si acaso) un poco de zumo de tomate en un vasito y, si vas a hacer algo de guarnición, haz unas patatas fritas con trocitos de champinones... ¡Te hará la ola! :-))

Terminamos la excelente cena y decidimos volver caminando hacia casa... El calor es impresionante (es como Madrid una vez más :-)) y uno de los detalles que me choca es que apenas hay personas en la calle (son las 22:00 aprox. pero sigue habiendo muchísima luz en la calle)...

Se podría pensar que, siendo tan tarde, es normal que ya no haya gente y que mi comentario no deje de ser tildado de "chorrada", salvo por el detalle de la cantidad de coches que siguen atravesando la ciudad en ese momento.

Es decir: aquí el personal va en coche a todos lados (como ya sabes en qué ciudad) y debe de ser que "sólo los pobres" caminan, a tenor del ínfimo número de personas en las aceras y la "calidad" del transeunte medio (sin comentarios)...

Después de unos 30 minutos caminando y admirando un par de avenidas moscovitas, llegamos al hotel para tomarnos una última Coca-cola e irnos a dormir... Ha sido un día muy largo y estoy muy cansado... Escribiré un rato (al final estoy re-escribiendo todo otra vez, idiota de mi) y me iré a dormir sobre la 1 de la mañana...

En aquel momento no lo vi venir, pero los siguientes 2 días me enseñarían unos cuantos detalles más que me hicieron rejuvenecer como a Benjamin Button y su extraño caso...

Próximo capítulo: Paquito en Rusia - Parte 2 de 3 - "El jamelgódromo".

Comentarios

  1. Seras cab**** pero weno, así, asi me dejas? joer Paquito!
    Weno, no me queda otra que pasarme cada noche para saber que aventuras nuevas cuentas, deseando llegar al final por un lado y por el otro deseando que no acabe...
    Ya estoy en casa, mañana comienzo el curro... cruza los dedos y deseame suerte amigo, la voy a necesitar.
    Un beso muy fuerte.

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  2. Querida Sara,

    Como siempre: mil millones de gracias por tu visita y tu comentario :-))

    Nada nada: ya queda menos (esta noche se publica la segunda parte: ya está programado :-))

    Muchísima suerte en tu nuevo curro y, como te dije en su momento: "¡A por ellos que son pocos y cobardes!" :-))

    Un abrazo enorme y, de nuevo, mil gracias por tu visita y tu comentario.

    Paquito.

    ResponderEliminar

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