Paquito en Rusia 2 - Episodio 2 - ¿Estás preparada para la diversión? Tienes que venir a San Petersburgo

No English Version (I cannot translate this: I am very sorry :-))

En el capítulo anterior:
"Salimos a la calle en dirección al coche que me llevará al hotel. Es la primera vez en mi vida que me enfrento a semejante frío... "¿Qué sentiré? ¿Cómo se siente uno ante algo así? ¿A qué huelen las nubes?" me pregunto a mi mismo cual anuncio de compresas realizado por la Coixet (gafapasta Rex)..."
Capítulo dos: "¿Estás preparada para la diversión? Tienes que venir a San Petersburgo"

Cuaderno de Bitácora: Fecha estelar - Martes 22 de Diciembre de 2009.

Localización: Si el mal fuera frío, yo ahora mismo estaría en el infierno.

Temperatura: -14 graditos

Estado Mental: ¡Yo soy aqueeeeeeeeeel!

Queridos niños,

Al salir de aquella terminal en camiseta, con un sencillo abrigo abierto, la sensación es un tanto extraña: el frío es sostenible (es un frío seco) pero, lo que de verdad te pega, de verdad, es el aire entrando en tus pulmones.

Un aire frío, gélido: la sensación te hace pensar que estás respirando el aire más puro de tu vida, tan puro que duele...

Es una sensación curiosa y, aunque puedo aguantar el frío bien, a los 2 minutos noto como me duelen los pulmones (mi sistema respiratorio no es capaz de calentar el aire y, por tanto, la sensación de sequedad se hace sentir en cada centímetro cuadrado de mi "yo interior", por decirlo de aquella manera)...

Al llegar al coche, noto uno de los primeros y más curiosos efectos secundarios de este frío siberiano (literalmente hablando en este caso): los cables del iPhone se han puesto duros (generalmente son muy maleables) y parecen regaliz negro...

Ya en el coche, enfilamos hacia Moscú: la carretera está nevada y las líneas de separación de los carriles no se ven, así que, de pronto, ves como el personal "dibuja" la carretera a su manera (mi conductor va tranquilo, pero otra gente va como loca)...

Unos 30 minutos más tarde, entramos en Moscú... Me encanta: los edificios enormes en grandes avenidas te hacen sentir pequeño, ínfimo, la típica sensación de gran ciudad que tanto echo de menos, todo ello combinado con la majestuosidad de una ciudad que, efectivamente, fue la capital de un imperio (se nota que fueron muy grandes Fiti: te lo digo yo porque no se ve Gotelé en las paredes :-)).

En el hotel, como no, monto mi show habitual, con ese infalible truco que aprendí de otro de mis referente intelectuales (Lina Morgan: la genialidad expresada con cruces de piernas) y, cuando me quiero dar cuenta, ya estoy en mi habitación deshaciendo la maleta y preparando mi protocolo habitual:

1. Ropa para colgar en armario.
2. Camisetas y ropa en cómoda.
3. PC y conexiones en el escritorio.
4. Zapatos y demás al lado de la cama.
5. Caja de seguridad conteniendo todo aquello que no sea "core" para mis salidas de la habitación.
6. Baño con espuma en preparación.
7. Tele con programación local (porque me mola escucharlo e intentar deducir cosas a través de la expresión no verbal).
8. Imitación de Chiquito de la Calzada (imprescindible: no soy persona si no hago el idiota en una habitación de hotel).
9. Libro con toallas y geles al lado de la bañera.

Por supuesto, siendo una víctima más de un desorden obseso-compulsivo, ordeno las cosas no sé cuantas veces hasta que por fin todo está "como debe estar" y, cuando me quiero dar cuenta, son las 2 de la mañana y estoy leyendo un libro tranquilamente en la bañera mientras Neo le dice a la Trini y al otro en ruso que sí, que él es el más guay y que como se le ponga en el pijo manda Matrix a hacer puñetas...

Dormiré apenas 4 horas pero me despertaré nuevo, dispuesto para batallar en Moscú, la capital de la Federación Rusa, 9 millones de habitantes (oficiales: "no oficiales" roza los 14) preparados para la diversión...

Esa será la frase que, unos meses más tarde, la chica de los grandes ojos volverá a escuchar en el hotel... Al principio no me reconoce, pero al decirle "¿Estás preparada para la diversión?" me mira con esa inexplicable pero identificable mirada que reza "Esto lo he escuchado alguna vez pero no sé donde"...

La chica me da conversación (es un encanto, la verdad sea dicha) y, dándole a la blanda, acabo sentado al lado de la ventana con un desayuno de campeones entre mis dos bracitos...

En la recepción del hotel otro conductor me espera: enfilamos hacia la oficina y veo Moscú nevado, en sus enormes avenidas que tanto me gustan... Me encanta esta ciudad: tiene algo que me recuerda a Madrid, pero en plan bueno, en plan "capital que te cagas", salvo que son más seriotes y más rubios que nosotros, aunque en lo de beber nos ganen por goleada...

En la oficina, por fin, empiezo mi día... He venido a enseñar unas cosillas y, aunque el tema es complicado, consigo hacerlo interactivo, ameno, poniendo muchos ejemplos prácticos y dialogando con mi audiencia (dos de los mejores gestores de cuentas que tenemos en estos lares: uno de aquí de Moscú y otra que, aunque está aquí lunes y martes, trabaja en San Petersburgo)...

La mañana pasa entre demos y presentaciones: a la hora de la comida, bajamos al restaurante del centro de negocios donde estamos (que, por tener, tiene hasta peluquería dentro) y, como no, me cojo mi Sushi, mi ensalada y mi red-bull ruso, yendo a la misma chica que, meses antes, por dos días consecutivos, me vendió la misma comida)...

La cara vuelve a ser la misma: alguien que no habla inglés y esa misma combinación, el mismo tipo de billete para pagar, el mismo cambio... Me encanta hacer eso: es un "déjà vu" que me gusta crear :-))

Ya sentados, zampando mi sushi y mi ensalada con palillos (cara de incredulidad por parte de mis compañeros rusos) les cuento cosas sobre Amsterdam, sobre Madrid y, ellos a su vez, me hablan de Moscú, de San Petersburgo y Rusia, de la sensación de velocidad que echo de menos en Holanda y que, aquí, como en Madrid, me hacen sentir vivo...

El día pasa con mis cositas: me encanta formar a gente, explicar cosas muy complejas de forma muy sencilla... La simplicidad vende, sí, pero es compleja que te pasas (hacer que algo tremendamente enrevesado sea fácilmente entendible es una labor digna de una medalla Phil, por lo menos :-)).

Pero el puntazo terminará cuando, en una de mis demos, una de las personas a las que estoy formando, me dice que lo que está viendo le gusta mucho y que estaría muy bien que fuera a la oficina de San Petersburgo para que se lo cuente a sus compañeros...

"Pues nada nada" - digo yo, con ese tono hispano que le imprime al idioma de Shakespiere un cierto carácter burlón - "Si hay que ir se va, aunque hay que convencer a mi jefe"...

Para ahorrar tiempo, ya por la tarde, decido cenar en el Edificio de Oficinas donde está la empresa (que tiene de todo: desde kiosko de prensa hasta peluquería y banco, de tal forma que el personal puede hacer sus cositas sin apenas perder tiempo en el trabajo).

Justo después de cenar, sin abrigo y sin nada, miro al exterior y me decido a salir... Hay gente fuera fumando, muy muy muy abrigada, entre montones de nieve (en serio: la cantida de nieve aquí es bestial) y, de pronto, aparece un español en chaqueta a la calle, "a pelo"...

Son 5 minutos donde noto el frío seco de la estepa rusa: es soportable, no es tan malo como pensaba, pero la sensación de que "te quema los pulmones" sigue ahí... El aire es tan frío que te cuesta (diría que incluso duele) respirar... Pero es soportable y sonrío ante mi pequeño test mientras, incrédulos, al lado de la puerta, los rusos me miran sin entender muy bien porqué ese extraño extranjero sonríe ante la que está cayendo.

El día terminará conmigo leyendo en la bañera del hotel, mientras Russia Today me cuenta, entre otras cosas, como el presidente Putin (que es cinturón negro de Judo) se ha ofrecido a formar parte del equipo olímpico de dicho arte marcial (el seleccionador nacional, italiano, haciendo el papelón de su vida para manejar semejante situación :-))



Curiosidad científica: el martes se celebra el 130 aniversario del nacimiento de Iosef Stalin y, en la tele, explican un poco la historia (la versión oficial en Rusia, hoy en día, es que el tipo fue muy malo, aunque los nostálgicos ensalzan su figura y, otras personas, intentando dar cal y arena, explican que perteneció a un tiempo y un contexto muy específico).

Al mismo tiempo, la CNN nos recuerda que, hace 20 años, Nicolae Ceausescu era derrocado en Rumanía... 1989 fue un año de cambios (2 años más tarde la URSS se colapsaría) y, al ritmillo de todas estas historias, me dormiré plácidamente, mientras nieva en Moscú y la ciudad sigue su curso a través de sus enormes avenidas.

Estoy reventado pero sigo sonriendo y la gente de los taxis me lleva con paciencia cuando intento explicarles que quiero darles una propina (es un show eso de no hablar el idioma local y hacerte explicar con los ojos, las manos y con lo que se tercie para transmitir el mensaje :-))

Eso es todo: seguiremos informando.

Próximo episodio: "Mañana nos vemos ¿No?"

Moscú prevalece.

Paquito.

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